29 jun 2014
flores para Ana María Matute
"Una vez la granjera vio como escuchaba a los otros niños, que deletreaban en voz alta sus libros, y miraba sobre sus hombros, alzándose de puntillas, mientras ellos hacían los deberes en sus cuadernos. Entonces la granjera sintió una punzada de compasión, y cogiéndole de la mano le llevó a la mesa de la cocina y con la cartilla del más pequeño le enseñó a leer. Pero, como Yungo no podía deletrear, creyó que no la comprendía, y pronto se cansó. Sin embargo, Yungo había aprendido y, con una ramita sobre el barro, escribía palabras."
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